jueves, 6 de marzo de 2008

El campamento en la isla de Brownsea

El campamento en la isla de Brownsea

De regreso a Inglaterra, Baden Powell, condecorado personalmente por el rey Eduardo VII, entraba a la leyenda inglesa, y a los 43 años de edad, se convertía en el general más joven de su Ejército. Sin embargo, agotado por la larga resistencia, debió permanecer en reposo durante un período prolongado.

Es posible que estos momentos de silencio le hayan motivado largas reflexiones. Una de ellas fue el impacto que produjo en él la situación de los jóvenes ingleses. Vivían en Inglaterra en aquella época dos millones de jóvenes entre 10 y 17 años, un poco inútiles y sin un sentido para sus vidas. Desadaptados, enfermos, flojos, constituían un problema social importante.

Su amigo William Smith, fundador de las "Boys Brigades", le invita en 1903 a presenciar un desfile imponente de su organización de jóvenes: pequeños soldados, con impecable uniforme, obedecen como resortes las órdenes militares de sus jefes. Baden Powell declina participar en esa institución. No está de acuerdo con "esa disciplina demasiado aparatosa, demasiado militaresca. Los muchachos son muchachos y para ellos hay que pensar en una disciplina más alegre y espontánea, más juvenil."

De regreso al Ejército es nombrado Inspector General de la Caballería, lo que le da la oportunidad de visitar varios países de Europa y tomar contacto con educadores y con las modernas experiencias y tendencias en educación. Acepta escribir un artículo en la Gaceta de las Boys Brigades y traza unas líneas que van a resultar fundamentales: "...todo educador debe ayudar a los muchachos a formar su carácter y a desarrollar en ellos el espíritu de servicio a los demás. El método que yo aconsejo para lograr esta meta es aprovechar su natural curiosidad para acostumbrarlos a la exploración. El conocimiento de la naturaleza les reportará el agrado de vivir y en la observación atenta de las personas descubrirán la necesidad de prestarles ayuda."
En 1907, Arthur Pearson, editor de libros y diarios, también muy preocupado por "los dos millones" de jóvenes sin destino, le lanza un desafío: "Usted general tiene espléndidas ideas sobre los jóvenes y ha escrito muy lindas palabras, pero ni ideas ni palabras han resuelto jamás nada. Le faltan los hechos. Reúna un grupo de jóvenes y trate de poner en práctica su método. Si los resultados son buenos, pongo a su disposición mis diarios, mi dinero y mis amistades. Difundiremos sus ideas y experiencias a escala nacional".

Y en julio de 1907, en la pequeña isla de Brownsea, de apenas un kilómetro por tres, tiene lugar el primer campamento scout. Durante 10 días, un grupo de poco más de 20 jóvenes entre 12 y 17 años, con elementos simples, se organizaron en 4 patrullas y pusieron en práctica un sencillo programa de actividades: levantarse temprano, practicar ejercicios físicos, preparar su propia comida, recorrer la naturaleza, observar animales y pájaros, emprender grandes juegos, levantar rústicas construcciones, aprender nudos y amarres, compartir una fogata, entonar canciones, escuchar viejas historias, elevar una oración. Al despedirse, los pequeños grupos se comprometen pronunciando una promesa que ha redactado el propio Baden Powell.

De manera espontánea y natural se había generado una pequeña organización social regida por la fraternidad. Los participantes habían crecido, ninguno volvía igual como había llegado. Las experiencias vividas habían ampliado su conciencia y ahora estaban mejor preparados para comprender y comprenderse.

Así como Mafeking había puesto de relevancia el valor del servicio, Brownsea había destacado la trascendencia de la naturaleza, la que había demostrado que producía hábitos de sacrificio y generosidad; que obligaba a la ayuda mutua, a descubrir la importancia de la solidaridad; que generaba humildad y fortaleza, que volvía a los jóvenes amables. Les había dado la oportunidad de descubrir que sus vidas podían ser atractivas y útiles.

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